En la cuarta semana de septiembre del año pasado, para muchos opinólogos de diarios peruanos era una tarea obligatoria escribir acerca de un dicho tan antiguo como el ejercicio de cargos públicos: “Roba, pero hace obra”. Las encuestas urbanas de Datum e Ipsos demostraron estadísticamente que ese dicho está instalado en la mente de una porción significativa de limeños. Datum reveló que cerca de la mitad de los jóvenes entre 18 y 34 años votarían por un candidato que “roba, pero hace obra”, así que esa mentalidad persistiría en el futuro. Por lo tanto, se considera importante analizar qué está detrás de esa mentalidad. 

1. Jerarquía de necesidades humanas: la Editorial El Comercio afirma que el electorado considera que mientras no estén moderadamente resueltas sus necesidades más básicas –como la seguridad o el transporte– no puede ser quisquilloso y preferir bienes “menos esenciales”, por ejemplo, autoridades probas.

2. Desconocimiento: Juan José Garrido, director de Perú 21, afirma que el electorado desconoce que el Estado no produce riqueza, por tanto si la autoridad saquea al Estado, está robando al electorado. El economista Ricardo Lago apuntó en un tuit que se desconoce también que si la autoridad pretende robar, inflará las cifras, creará cortinas de humo, ocultará el hurto, en otros términos, no le importa la obra, así que la obra quedará inútil.

3. Informalidad: Gonzalo Zegarra, director de Semana Económica, explica: “cuando pocos pagan impuestos, como en las economías informales, el saqueo del Estado es un robo a unos pocos contribuyentes, no a la mayoría de ciudadanos, y eso lo hace mayoritariamente tolerable”. Debido a que la informalidad en el Perú alcanza niveles monstruosos, mucha gente en el Perú tolera la corrupción si el candidato hace obra, porque no son sus tributos los robados.

4. Óptica del mal menor: Jorge Bruce, psicólogo y psicoanalista, en una entrevista para La República declaró que no hay candidato que genere más aprobación que rechazo o decepción; son los candidatos sospechosos de siempre. Esa falta de representación que siente el electorado lo desilusiona y deprime. De esa manera, el electorado es obligado a evaluar qué candidato lo perjudicará menos, le robará menos.

No dudo que existan más explicaciones detrás, tampoco que tolerar la corrupción si el candidato hace obras representa un problema para nuestra democracia en pañales. Ya que desincentiva que las personas realmente honestas ingresen a la política porque su probidad, encima de todas las dificultades que le ocasionará, no es valorada por nadie o casi nadie. Con el desincentivo presente, no escaparíamos del vórtice perverso de los candidatos sospechosos de siempre.

Felizmente, los individuos no siempre se guían por los esquemas de incentivos. De otro modo, frases como “acepto los golpes de mi esposo, porque alimenta a mis hijos”, “acepto que el profesor abofeteé a mi hijo(a), porque así aprenderá” persistirían. La Editorial El Comercio concluye así su artículo Roban pero hacen obra: “cada vez más urgente y necesario que haya ciudadanos que, siendo a la vez decentes y preparados, se animen a luchar contra la corriente y a ingresar a la política”. Tal vez solo así escapemos del vórtice perverso.

Referencias

Bruce, J. (24 de Agosto de 2014). Él "roba pero hace obra" es la identificación con el goce del corrupto. (J. d. Puente, Entrevistador)

Comercio, E. E. (21 de Septiembre de 2014). Roban pero hacen obra. El Comercio.

Garrido, J. J. (Septiembre de 2014). Me roba, ¿y qué hace? Perú 21.

Meléndez, C. (Septiembre de 2014). Roba, pero hace obra. Perú 21.

Zegarra Mulanovich, G. (16 de Septiembre de 2014). "Roba pero hace obra": ¿Por qué los peruanos toleramos la corrupción? Semana Económica.

Zimmermann, H. (23 de Septiembre de 2014). ¿Te sorprende el ‘roba, pero hace obra’? El Comercio.